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Sobreendeudamiento pasivo y prevención

Actualizado: 22 ene 2020


Durante el desarrollo de muchas intervenciones personalizadas, hemos atendido a deudores cuyo nivel de endeudamiento es desorbitante, llegando su relación deudas total consumo / renta brutamensual a ratios de entre 12 y 20 veces.

Al indagar más profundamente en su causas, me he encontrado recurrentemente con la presencia de hechos de carácter aleatorios como una enfermedad catastrófica personal o de un miembro de la familia directa, la pérdida de trabajo por un tiempo muy prolongado, o el fallecimiento de un familiar – cuyos gastos imprevistos y de alto costo requieren de financiamiento urgente e improvisado, siendo casi siempre la fuente de solución el contratar un crédito de consumo de muy corto plazo y por lo general a tasas muy elevadas.

Este tipo de endeudamiento – que por sus cuantías sobrepasa por mucho la realidad de ingresos personal / familiar del afectado y por lo tanto se sitúa rápidamente en el nivel de sobreendeudamiento, es lo que conocemos como sobreendeudamiento pasivo. Se entiende entonces, que esta situación repentina y brusca de sobreendeudamiento no es producto de la negligencia o voluntad del deudor, si no, se encuentra asentada en la presencia de hechos de fuerza mayor – inevitables de afrontar desde una perspectiva afectiva y responsable, cuya dimensión se ve notoriamente agravada por la vulnerabilidad y desconocimiento previo, que afecta violentamente la situación patrimonial del (los) afectado (s).

Sin embargo, la presencia de estos hechos descritos como aleatorios, son por esencia inherentes al ciclo de vida de toda persona – por lo que estrictamente pueden prevenirse, al menos, desde el impacto que estos puedan provocar en nuestra economía personal y familiar.

Para esto existen coberturas como son los seguros médicos, generales y de vida, planes de cobertura funeraria, entre otros. El ahorro para imprevistos (ahorro precautorio) es también un muy buen hábito, que permite afrontar con mayor tranquilidad este tipo de eventos.

Más allá de que muchas personas puedan argumentar – con justa razón o no, que no están en condiciones económicas de ahorrar ni contratar un seguro médico u otro tipo de coberturas, no es menos cierto que existe una carencia de un nivel base de preparación para eventos, que insisto, se presentarán inevitablemente en el ciclo de toda persona / familia.

Si bien estos eventos aleatorios y catastróficos derrumban con facilidad la realidad financiera de una familia, de manera previa a la presencia de estos, la mayoría de estas familias ya contaba con un nivel de endeudamiento en materias de consumo excesivo, que hacía evidente la fragilidad de sus economías frente a la presencia de cualquier imprevisto, por mínimo que este fuese.

Es verdad que existe una falencia intrínseca en la arquitectura de la oferta comercial y financiera de nuestra sociedad – la que preferencia la toma inmediata de “oportunidades”, sin dedicarle un mínimo de apoyo a la configuración de ofertas más sustentables en el mediano y largo plazo, en especial, resguardando la protección de un deudor cuya viabilidad será relevante para todos.

Para que hablar de la evidente asimetría y falta de educación en fases tempranas de endeudamiento, en especial de jóvenes o segmentos carentes de información básica para articular un futuro sano en esta línea.

Creemos, con cada vez mayor convicción, que tenemos que volver a las bases de una economía familiar que inicie gradualmente sus pasos en la arena de la bancarización y endeudamiento, a través de un armado sustentable en el tiempo, y que a mi juicio tiene que inevitablemente partir por:

1.- La construcción temprana de hábitos de ahorro, independientemente de su cuantía, relacionados a metas concretas y alcanzables, materializando así su valor y motivación,

2.- La adopción de cuentas de ahorro / vistas, en que el foco esté en la administración de procesos de efectivo, y en donde se haga carne la irrefutable limitación de recursos,

3.- La planificación de coberturas inherentes a sus activos principales, la conformación de planes de salud ad hoc a su realidad familiar, y la configuración de un presupuesto anual,

4.- La sana utilización de tarjetas de crédito, por ratios que para fases tempranas de endeudamiento no supere como monto por concepto de línea de crédito 1-2 veces una renta mensual líquida.

5.- Financiar, tratándose de créditos de consumo – generalmente en cuotas, con plazos ajustados a su objetivo de financiamiento; si se trata de unas buenas vacaciones para una vez al año, no financiar en más de 12 meses.

6.- La educación financiera en las familias, sobre la base de su ciclo de vida y la construcción de una planificación económica fundamentada en su propia realidad – no en la imitación de estereotipos fabricados para una masa reactiva y desinformada.


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