Este sencillo esquema o modelo tiene solidez conceptual (1); sin embargo, la evidencia empírica que le brinda sustento es menos contundente de lo que quisiéramos, en parte porque la medición de algunos de estas variables o magnitudes plantea complejidades y desafíos. (2)
Existen estudios empíricos que se han concentrado en algunos aspectos, por ejemplo, en la relación entre la práctica del ahorro y la probabilidad de que las decisiones financieras resulten acertadas, lo que implica no verse envuelto en cuadros de vulnerabilidad financiera o sobreendeudamiento. En el caso de Chile, estos estudios no son numerosos, pero los disponibles aportan algunas luces. Revisaremos algunos de ellos.
Alfaro y Gallardo (2012) utilizaron la EFH del BCCh del año 2007 para evaluar los determinantes de la morosidad en los créditos contratados por los hogares. Sus resultados muestran que la probabilidad de incumplimiento se explica principalmente por factores socioeconómicos y demográficos, en línea con los hallazgos de otros estudios empíricos. Sin embargo, encuentran que la variable tenencia de una cuenta bancaria es significativa en el caso de las operaciones de crédito para la vivienda.
Kast y Pomeranz (2013), sobre la base de un diseño experimental, encontraron que el ahorro, cuando se dispone de los instrumentos adecuados, como una libreta de ahorro, se reduce la propensión a tomar crédito en exceso y, consecuentemente, la probabilidad de incurrir en sobreendeudamiento. Ello indicaría, como señalan los autores, que el ahorro precautorio y el crédito actuarían como opciones sustitutivas para hacer frente a determinadas contingencias. Utilizando también un diseño experimental, Hastings y Mitchell (2010) encontraron que un alto grado de impaciencia financiera, vale decir, una elevada propensión al retorno económico inmediato y una falta de instrucción financiera básica conducen a decisiones subóptimas en el ámbito del ahorro previsional.
En un estudio sobre el acceso de los jóvenes a los servicios financieros, Marshall y Kaufmann (2013) encontraron, utilizando los datos de la encuesta nacional dirigida a la población juvenil del año 2009, que la probabilidad de incurrir en morosidad, en operaciones con tarjetas de crédito o de créditos de consumo, era menor en aquellos jóvenes que reportaban haber ejercido la práctica del ahorro o haber efectuado algunas inversiones financieras en el curso del último año. Este resultado se sostenía incluso controlando por el nivel de los ingresos reportados por el joven.
Por su parte, Cifuentes y Martínez (2014) efectuaron estimaciones econométricas sobre el cumplimiento de las obligaciones financieras. Como es usual, incorporaron en el análisis diversos factores socioeconómicos y demográficas. Los resultados obtenidos muestran que tanto la práctica del ahorro como la tenencia de una cuenta bancaria son relevantes al ser consideradas separadamente. Sin embargo, al considerarlas en forma conjunta, prevalece el efecto de la práctica del ahorro. En todo caso, la significación estadística de estos dos factores tiende a disminuir cuando se agregan más variables al análisis.
Marshall (2014) efectuó un análisis multivariado para explicar el cumplimiento de pagos en operaciones de crédito, usando datos de la EFH de 2011. Los resultados obtenidos muestran que, controlando por factores sociodemográficos, la variable práctica del ahorro y la variable tenencia de instrumentos se comportan de acuerdo con lo esperado, pero sus niveles de significación estadística se reducen cuando se procede a controlar por el nivel de ingreso del hogar. De las dos variables analizadas, la tenencia de un instrumento de ahorro se muestra como más relevante o significativa en su incidencia sobre el comportamiento de pagos.
En síntesis, los antecedentes presentados son en general coherentes con la hipótesis que postula la existencia de una relación positiva entre buenas prácticas financieras, entre las que se incluye el ahorro metódico, y los resultados de mediano y largo plazo de las deci- siones financieras adoptadas por los individuos y los hogares. Los resultados sugieren, sin embargo, la necesidad de profundizar en el análisis empírico de esta relación, haciendo uso de nuevas fuentes de información y perfeccionando las definiciones de las variables en los ejercicios estadísticos.
En un mundo crecientemente preocupado por el medio ambiente y la sustentabilidad, es esencial relevar lo mucho que pueden aportar los hábitos de ahorro y austeridad en esa perspectiva. Cuidar el medio ambiente, la flora y la fauna, el agua de los ríos y lagos y la que llega a nuestros hogares, son formas de ahorro porque reducen los costos para recuperar los equilibrios que demanda el medio ambiente. En esa misma línea, cuidar nuestras ciudades, sus plazas y parques, así como toda la gama de bienes públicos disponibles, es una forma de ahorro porque nos evita incurrir en un exceso de gastos futuros en reparación y mantenimiento, lo que conlleva un alto costo de oportunidad.
(1): Esquema 3, del estudio.
(2): También resulta complejo aislar completamente el efecto de la variable ahorro. En los análisis estadísticos multivariados, el ahorro, la práctica del ahorro u otras conductas puede covariar con el nivel de ingreso y el nivel educacional.
Fuente: "El ahorro de los hogares en Chile: diagnóstico y recomendaciones de política." Informe preparado para la Asociación Gremial de Cajas de Compensación. Enrique Marshall Fernando Ochoa. Mayo, 202
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