Hoy por hoy, comenzar trabajando en una empresa y recibir solo la remuneración mensual parece ser impensable. El estándar ha aumentado y recibir beneficios adicionales a la remuneración se ha convertido en un piso. Es más, los beneficios ocupan, en muchas ocasiones, un lugar preponderante al sueldo, especialmente, en las generaciones más jóvenes. La relación dejó, hace mucho rato, de ser meramente transaccional.
En ese contexto, es relevante asumir la importancia de entregar beneficios para sus trabajadores, y con ello, tener internalizado que no bastará entregar cualquiera, sino que deberán ser pensados para la realidad de cada grupo en materias distinguidas; y de esta forma, lograr el impacto querido junto con rentabilizar lo invertido, ejercicio que se complejiza más en entidades masivas y/o con grupos muy diversos, ya sea por realidades, ubicaciones o diversidad etárea, entre otras.
Catalogaremos los beneficios en “trascendentales”, “caramelos” y “descontextualizados”. Partiremos de atrás para adelante. Los descontextualizados son aquellos que se ofrecen sin haber analizado necesariamente la dotación a la cual se están dirigiendo, ya que tienen un foco que no le es atingente a aquel grupo. Sin perjuicio de lo anterior, son beneficios que gozan de alguna habitualidad entre las empresas. Por ejemplo, si se entrega un bono por matrimonio y la empresa se compone de muchos trabajadores jóvenes solteros, probablemente el impacto que cause sea nulo. Por tanto, es probable que muy pocos obtengan dicho beneficio y si alguien lo recibe, para el resto sea insignificante porque presume que jamás le será concerniente.
Por su parte, los beneficios denominados caramelos serán aquellos que se pueden considerar que ayudan pero su impacto es bajo, por lo que muy probablemente pasarán sin pena ni gloria; normalmente sucede con beneficios temáticos de bajo monto y que conversan poco con las características de la dotación estratégica. Se podrá valorar que se haga presente en un momento importante en la vida de toda persona y familia; el monto, sea cual fuere, siempre es mejor que nada, pero claramente no ayudará significativamente la economía familiar, ni siquiera hará gran diferencia con los gastos de la agenda temática.
En los trascendentales incluiremos aquellos beneficios que cambian las vida de los trabajadores de alguna manera, por lo que serán valorados, incluso, más allá del beneficio mismo.
De los beneficios que podemos alojar en esta categoría hay algunos que no implican desembolsos directos de recursos (caja) y que sí impactarán la vida del trabajador y sus cercanos: por ejemplo, trabajar una hora menos por día. En definitiva, ganará más que dicha hora ya que habrá que ingresar en la ecuación de ese trabajador un medio de transporte más expedito y mayor tiempo destinado al descanso y esparcimiento, con beneficios directos para su calidad de vida. Podrá compartir con sus hijos, dado que quizás antes estaban durmiendo cuando llegaba a su casa, o desarrollar alguna afición; equilibrar mejor su vida laboral y familiar (o personal), y su salud emocional.
En los beneficios que involucran algún costo, podemos señalar un seguro complementario de salud o un programa de bienestar financiero, por dar dos ejemplos que conocemos bien.
El primero apoya el gasto de bolsillo de un trabajador porque objetivamente hará más barata su atención médica, posibilitando incluso que pueda acceder a medicina que antes no hubiese podido, mejorar el estándar de su atención, pero también constituye una enorme ayuda mental, ya que sabrá que gracias al aporte que hace su empresa se encontrará cubierto en una materia que es imprevisible y, generalmente, onerosa. También sabe que su realidad en caso de no estar cubierto, podría cambiar de la noche a la mañana. Por tanto, ese descanso mental no es solo para el trabajador, sino que para toda su familia, ya que todos comparten la misma preocupación.
Un programa de bienestar financiero, impactará la vida del trabajador y su grupo familiar; incluso, podrá llegar más allá, extendiéndose a su núcleo familiar extendido y compañeros de trabajo. Sabemos que en muchos casos se llega a situaciones de alto sobrendeudamiento, principalmente, por falta de educación financiera, herramientas de apoyo y orientación, lo que traduce en deterioros paulatinos e interminables, y un bajísimo poder de negociación para corregirlo. Quien aprende y ve frutos de aquello se encargará de diseminarlo como un feliz protagonista de mejoras, lo que siempre es un factor de alto de motivación en sus pares.
Por tanto, entregar beneficios siempre es positivo, pero solamente aquellos que sean catalogados de trascendentales harán una diferencia. Un trabajador que esté bien cubierto a través de una propuesta compuesta mayoritariamente por este tipo de beneficios (propuesta de valor compañía), es muy probable que no le importe rechazar una oferta laboral de mayor remuneración, pero peores beneficios. Es posible que tenga presión familiar, dado que también han sido favorecidos, por mantenerse en la compañía.
De esta manera se estará generando “camiseta” en sus trabajadores, siendo inevitable que los camiseteados comenten estas buenas prácticas, atrayendo a mejores talentos, conformándose un círculo virtuoso desde la base.
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